Los Dodgers inmortalizan al ecuatoriano Jaime Jarrín en su estadio
El periodista ecuatoriano que hace seis décadas creyó que “no estaba listo” para ponerse “ante un micrófono” para narrar béisbol, cuando alistaba su brillante andadura en las Grandes Ligas, es ya desde hace largo tiempo uno de los relatores más respetados y de más prestigio en Estados Unidos.
Con su condición de leyenda asegurada al ingresar al Salón de la Fama de las Mayores hoy Jaime Jarrín, considerado La voz en español de los mundialmente célebres Dodgers (a los que se unió en 1958), recibirá un homenaje del equipo de Los Ángeles.
Será el duodécimo miembro del Anillo de Honor.
El nombre del tricolor, nacido en Cayambe (1935), estará en el Dodger Stadium eternamente a la vista del público junto al de figuras estelares del deporte universal como Jackie Robinson, Roy Campanella, Sandy Koufax, Tommy Lasorda y otros astros.
Comparable en su profesión a lo que en las canchas de fútbol y tenis y en las pistas atléticas representaron para el deporte nacional Alberto Spencer, Pancho Segura y Jefferson Pérez, Jarrín –admirado y mencionado como “nuestro” por narradores de Venezuela, México, Puerto Rico, Panamá, República Dominicana, Cuba y otros países donde el béisbol es una tradición– habló con Radio City del reconocimiento de hoy, antes del Dodgers vs. Padres de San Diego, partido que se iniciará a las 21:10.
¿Qué representa este nuevo homenaje de los Dodgers?
Espero que sea una noche memorable. Dios ha sido muy bondadoso conmigo.
Este será uno de tres reconocimientos muy especiales para mí.
El que me dio el Gobierno Nacional cuando Rodrigo Borja era presidente está a la cabeza de todos porque vino de mi país.
Luego el ingreso al Salón de la Fama, hace 20 años.
Fue muy especial porque es como un Premio Nobel al no haber distinción más grande que esa en nuestra actividad.
Fui el primero de habla hispana que en vida llegó ahí.
Y ahora viene uno de los Dodgers, una organización extraordinaria que marcha a la cabeza en muchos aspectos.
Por ejemplo, despejó los senderos en cosas nunca antes hechas en las Grandes Ligas, como derribar la barrera racial.
Y fueron los primeros en tener coberturas bilingües cuando llegaron a
Los Ángeles. Que tengan la gentileza de incrustar mi nombre en el Anillo de Honor en el Dodger Stadium es muy especial porque cualquier reconocimiento que yo reciba es para mi país.
Dedico todo esto a mi querido Ecuador.
¿Cómo surgió la posibilidad de narrar en Grandes Ligas?
Fue algo fortuito. Nunca había visto un partido de béisbol en Ecuador. Se jugaba solo en Guayaquil, pero no en Quito.
Llegué a Estados Unidos con un bagaje de conocimientos porque trabajé en Ecuador en radio.
Empecé a los 16 años en HCJB, La Voz de los Andes, en 1951 (hasta 1955). Un año en radio Quito, tres como locutor del Congreso Nacional. De modo que vine con un bagaje como periodista radial, pero nunca en el campo deportivo.
Y su vinculación con los Dodgers cómo se da?
Siempre me gustó el deporte. Acompañé al Negro Alfonso Lasso (+) en transmisiones de básquet colegial en la vieja Plaza Arenas, en Quito, pero como locutor comercial. En Los Ángeles empecé a trabajar en KWKW transmitiendo boxeo. Cuando se mudaron los Dodgers (de Brooklyn) a Los Ángeles ya estaba interesado en el béisbol. Cuando yo era director de noticias y deportes en KWKW, los Dodgers me pidieron que transmitiera para ellos. Les dije que yo no estaba listo para ponerme ante un micrófono (y narrar béisbol), pero el dueño me quería mucho y me dijo: ‘Jaime, yo quiero que seas el cronista de los Dodgers. Te voy a dar un año para que te empapes de todo’. Y así fue. Oí todas las transmisiones posibles. No se hacían por TV y eso lo hacía más difícil. Hoy sería distinto, podría aprender y asimilar más a través de la TV. Leí todos los libros y revistas de béisbol habidos y por haber.
Usted es uno más entre las estrellas del deporte y de Hollywood. ¿Qué se siente?
Es un halago muy especial. Cuando alguna figura va al Dodger Stadium, le pido de inmediato a mi productor que lo invite a ir a la cabina y es así como he alternado con estrellas, particularmente del cine de Hollywood. Pero en realidad lo que más me halaga es cuando camino por las calles o voy a una tienda, a un negocio o a un restaurante y la gente me reconoce, se acerca, y me dicen: ‘Señor Jarrín, yo crecí con usted, mi abuelito solía escucharlo’, o ‘aprendí de béisbol gracias a su voz’, o ‘muchas veces bajamos el volumen de la televisión y lo escuchamos a usted en radio’. Eso es algo que no puedo pagar. Esas cosas me llegan a lo más profundo del corazón y del espíritu. Me llena de orgullo estar frente a un micrófono y representar a Ecuador. Todos saben que soy ecuatoriano, aunque muchos me confunden con mexicano.
¿Conoce que en Ecuador el béisbol de categorías mayores languidece?
Quise ayudar en el desarrollo del béisbol en Ecuador porque es el deporte de mis amores. Hicimos un esfuerzo por ayudar a la escuelita de El Recreo, en Durán. Llevamos allá un poco de dinero, se construyó la cerca del estadio, pusimos irrigación, césped. Se construyó un salón de video para que los niños vieran instrucción sobre béisbol, pero lamentablemente luego me topé con la burocracia increíble de Ecuador. Quisimos llevar implementos como bates, guantes, bolas, zapatos, camisetas, pero nos pusieron mil trabas en Guayaquil. A la ministra del Deporte no le interesó en absoluto. Habíamos llenado un contenedor completo con Manuel Mota, de los Dodgers. Me pidieron una lista de documentos y los llenamos todos y el cónsul de Ecuador en Los Ángeles nos ayudó muchísimo. Pero por los inconvenientes, y con el dolor del alma, tuvimos que regalar todo eso que iba a ir a Ecuador. Me decepcioné y desilusioné completamente. No pudimos hacer nada porque la Federación (de Béisbol) de Ecuador se comportó muy mal.
¿Hay posibilidad de reactivar la ayuda al béisbol tricolor?
Si la situación cambia y veo que puede existir ayuda de parte de las autoridades, emprenderemos una nueva campaña a favor del béisbol y de los niños. Mi ilusión era ampliar El Recreo. El primer año tuvimos un éxito extraordinario. De 15 niños que iban a practicar se incrementó a 150 e involucramos a los padres. Entiendo que ahora van pocos niños. No tuvimos apoyo en la administración anterior. Queríamos ampliar las instalaciones y que ahí practicaran jóvenes de hasta 19 años, y así poder desarrollar prospectos (ecuatorianos) para las Grandes Ligas.
¿Cuándo viene a Ecuador?
Si por mí fuera iría allá todos los años, pero ciertos problemas familiares son los que no me permiten ausentarme mucho tiempo. Llevo a Ecuador en mi corazón, en mi sangre y sepan en el país que hay un ecuatoriano dispuesto a servirlos en lo que sea posible. (D)
Fuente: eluniverso.com