La caída de Al Assad llevaba tiempo gestándose
El dictador Bashar al-Assad gobernó su país con mano de hierro durante 24 años, al igual que lo hizo su padre durante 30 años
antes que él.
Cuando pareció triunfar en la guerra civil de Siria, se supuso que permanecería en el poder hasta que estuviera listo para entregar
el poder a su propio hijo.
Sin embargo, su régimen supuestamente indomable resultó ser una cáscara vacía, desmoronándose en solo 11 días ante el avance
de los rebeldes con escaso armamento.
Según los sirios en Damasco, cuando las fuerzas de oposición convergieron en la capital desde el norte y el sur la noche del sábado
Assad huyó hacia el aeropuerto y abordó un avión.
Los medios rusos informaron el domingo que se le había concedido asilo en Moscú.
Cuando llegó el final, Assad estaba aislado y solo, abandonado por sus principales aliados internacionales, Rusia e Irán, por un
ejército que ya no estaba dispuesto a luchar por él y por su base alauita, muchos de cuyos miembros eligieron desertar o huir hacia
su corazón costero.
Assad no realizó ninguna intervención pública en sus últimos días en el poder y permaneció fuera de la vista, excepto en una
reunión fotografiada por los medios oficiales, con el ministro de Relaciones Exteriores de Irán.
Un discurso ampliamente anticipado, que se esperaba para la noche del sábado, nunca se materializó.
“No dijo una palabra de consuelo para nosotros, y estamos decepcionados”, dijo una mujer alauita en Latakia que
había permanecido como firme seguidora del dictador, hablando bajo condición de anonimato por temor a represalias por parte
de los rebeldes.
Deja un legado de crueldad, miedo y destrucción que ha desfigurado el Oriente Medio moderno.
Amplias zonas de Siria están en ruinas, cientos de miles de personas han muerto en la guerra civil del país y decenas de miles
están desaparecidas, muchas de ellas se han desvanecido en el agujero negro de las infames cárceles del régimen.
La velocidad de los éxitos de los rebeldes sorprendió al mundo, tomando por sorpresa a una comunidad internacional
que hacía tiempo había renunciado a la oposición siria y se había reconciliado, en diversos grados, con la aparente inevitabilidad
del mandato de Assad.
Sin embargo, las señales de advertencia del colapso estuvieron presentes todo el tiempo.
Assad perdió varias oportunidades de reconciliarse con sus opositores y con la comunidad internacional, y no implementó políticas
que podrían haber salvado a su país y unido a su pueblo, según sirios y analistas.
“No tenía respuestas ni soluciones,” dijo Amr al-Azm, ex profesor de la Universidad de Damasco, quien ahora enseña
en la Universidad Estatal de Shawnee, en Ohio.
“Solo más de lo mismo, la misma intransigencia, la misma opresión.”
“Él mismo se metió en esto,” dijo Andrew Tabler, quien fundó Syria Today a principios de los 2000 bajo los auspicios de la
esposa de Bashar, Asma.
Más tarde escribió un libro sobre Assad y está vinculado al Washington Institute for Near East Policy.
“Al final, lo perdió todo y costó a los sirios cientos de miles de vidas.” (I)
Fuente: evafm.net – infobae.com