Insomnio de padres afectaría el sueño de los hijos, según estudio
Investigadores de las universidades de Basilea (Suiza) y Warwick (Reino Unido) han visto que los niños tienen más riesgo de dormir mal si sus madres tienen insomnio, según los resultados de un trabajo que publica la revista Sleep Medicine.
En su investigación participaron casi 200 niños sanos de 7 a 12 años, que durante una noche se sometieron a un seguimiento mediante un electroencefalograma en su casa para ver si la calidad del sueño de sus padres podía influir de alguna forma en la suya. Además, los padres se sometieron a una encuesta para describir cómo dormían todos los miembros de la casa.
De este modo, vieron que los niños de madres con síntomas de insomnio tardan más en conciliar el sueño, duermen menos horas y también tienen menos sueño profundo, según los resultados del electroencefalograma. En cambio, no hubo ninguna relación con los problemas del sueño del padre.
Este hallazgo, según los autores, puede deberse a que el sueño de las madres está más estrechamente relacionado con el de sus hijos ya que normalmente suelen pasar más tiempo con ellos que sus padres.
Y cuando se preguntó a los padres por el sueño de sus hijos, tanto las madres como los padres que suelen dormir mal con más frecuencia dicen que sus hijos tenían dificultades para acostarse y tampoco duermen lo suficiente.
Varios mecanismos podrían explicar esta relación entre el sueño de los padres y sus hijos, como el hecho de que estos acaban aprendiendo muchos hábitos de sus padres. Asimismo, también puede verse influenciado por una mala organización familiar, ya que si tienen más disputas nocturnas a la hora de irse a dormir repercute a todos y dificulta tener una buena noche de sueño.
E igualmente es posible que los padres que tienen problemas para dormir muestren una «atención selectiva» hacia sus propios problemas de sueño y a los de sus hijos que les lleva a estar más pendientes, y ese intento de control también puede afectar negativamente a su calidad del sueño. Asimismo, concluyen, también puede influir la genética y el compartir genes que predisponen a dormir mal. (I)
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