Demoliciones y reparaciones en casas de Guayaquil van a diferente ritmo
De la que alguna vez fue la vivienda de construcción mixta donde nació, creció y vivió por 39 años, solo queda ladrillo trizado sobre un terreno vacío, en Huancavilca y Carchi.
Christian Olea era el dueño del hoy demolido inmueble que fue afectado por el terremoto del 16 abril. Contó que se desplomaron dos paredes del costado derecho. “Se volvió inhabitable, tuve que tumbarla (casa). El Municipio me dio 15 días para demoler”, dijo el hombre.
En Guayaquil, un mes después del movimiento telúrico de magnitud 7,8 en la escala de Richter, las afectaciones del desastre aún son visibles en al menos 30 construcciones que el Cabildo registra con daños estructurales.
En edificaciones del centro, sur y suroeste se trabaja en el desmontaje de paredes o techos; en otros, se subsanan daños no estructurales; unos pocos ya fueron demolidos. A la par, el Municipio ha advertido con multas a los responsables de inmuebles en los que está pendiente la intervención; y en la prensa ha reiterado que se encargará del retiro, sin costo, de escombros producto de las demoliciones.
“Lo importante es que están colaborando”, comentó Xavier Narváez, director de Justicia y Vigilancia, el miércoles 11, luego de visitar al menos seis de las 30 estructuras más afectadas.
La mañana de ese día, en Víctor Manuel Rendón y Baquerizo Moreno, Narváez exigió el retiro de un cerramiento de zinc, que mantenía a peatones y choferes al margen de la fachada del inmueble, agrietada en ciertos pisos, pero que asimismo comprometía uno de los dos carriles destinados al tránsito.
Narváez dispuso la puesta de tablas a manera de cubierta, ante la posible caída de escombros, y señaló que de ese modo no se iba a invadir tanto el espacio para los vehículos. Advirtió con clausurar el edificio en caso de incumplimiento.
Kléber Peralta, administrador (e) del edificio de once pisos, que dispone de oficinas y departamentos, señaló que, casi un mes después del terremoto, aún cumplía con las exigencias en cuanto a la contratación de pólizas, seguros de vida para los obreros, entre otras directrices. Alegó que ello demoraba la intervención, cuyo presupuesto bordea los $ 42.000.
A Olea, demoler su casa en Huancavilca y Carchi le costó cerca de $ 860. Con ese valor, contó, cubrió el pago de quienes le ayudaron a desbaratar la estructura a pulso y con máquinas, más el contrato de un volquete para retirar escombros.
“Se hicieron dos volquetadas, pero de la otra se encargó el Municipio, que me dijo que me iba a mandar la máquina y que no me iba a cobrar”, mencionó el hombre que, junto con su esposa, Marilyn Iguasnia, y dos hijas, vive ahora en una casa contigua a la que era suya.
En la prensa, el Municipio ha indicado que no puede incurrir en gastos que demanden inspecciones técnicas, reparaciones y demoliciones, que ello es responsabilidad de dueños. Y ha remarcado que por ley “está prohibido pagar con dinero público reparaciones privadas”.
En un edificio de dos pisos, en Chimborazo y Febres Cordero, signado con el número 1405, un grupo de obreros apuraba el desmontaje del techado, la mañana del jueves. Un jornalero indicó que solo quedará la planta baja, donde funciona un almacén de ropa y zapatos.
En Colón y la calle 13, una casa alta ya fue reconstruida por sus dueños, incluso el tránsito por la segunda vía se normalizó con el fin de los trabajos, pues había restricciones.
En Chimborazo y Calicuchima, Luz Haro dijo que se allanó al planteamiento del Cabildo de demoler su vivienda en la que vivió por más de 50 años, aunque no evidenció daños graves, comentó la mujer.
FUENTE: eluniverso.com