Para 1996 y con 32 años Demi Moore podía llenar no uno sino varios tomos con su biografía.
Hija de una pareja de adolescentes de Nuevo México, a los 15 años supo que quien creía su padre biológico era su padre adoptivo.
Para los 18, abandonó su casa, consumía cocaína, trabajó como modelo, posó desnuda para una revista, se casó con
Freddy Moore, un rockero 12 años mayor, y era imperdonablemente bella.
Debutó en televisión en la serie General Hospital y en cine con El primer año del resto de nuestras vidas.
Dejó a Freddy para irse con Emilio Estevez quien con su hermano Charlie Sheen, la incorporaron a su agenda de fiestas
descontroladas.
La pareja se terminó cuando apareció Bruce Willis.
Hubo flechazo y hubo boda.
Los casó Little Richard en una fiesta para 500 invitados.
En 1988 nació su primera hija, Rumer, y en 1990 llegó la megafamacon el protagónico de Ghost.
En sus siguientes apariciones en pantalla, Demi alternó un papel femenino y recatado en Cuestión de Honor con Tom Cruise
con otro sensual y más osado en Propuesta Indecente, con Robert Redford.
Su belleza emanaba un sortilegio: era irresistible para los hombres pero no representaba una amenaza para los mujeres.
En ese contexto le llegó no una propuesta indecente pero sí una irresistible.
Protagonizar Striptease, la historia de una madre obligada a trabajar de stripper.
La historia no parecía muy cautivante, lo que sí fue cautivante fue el cheque que le entregaron: doce millones y medio
de dólares.
Cuando la cifra trascendió, las críticas -o la envidia- arreciaron.
El monto para algunos era ofensivo.
“Me dijeron que me querían dar ese dinero porque creían en mí y en todo lo que podría aportar para esa película.
Es una cuestión de negocios, nada personal”, respondía la actriz y profundizaba su defensa
“Si la pregunta es cómo me siento porque me están pagando tanto dinero para interpretar este papel, quiero aclarar que
no creo que la de stripper sea una profesión para subestimar”.
Algunos la defenestraban por lo que ganó, pero otras la aplaudieron, entre ellas, Sharon Stone.
Ambas actrices coincidieron en que lo importante no era el monto en sí sino la respetabilidad que ese monto daba en un
mundo donde eran los hombres los que solían ganar esas cifras enormes. (E)
Demi Moore y Patrick Swayze en Ghost