Cuando los espías se enamoran
Segunda Guerra Mundial, espionaje, romance, Casablanca. Esta película es sin duda un guiño a aquel clásico del cine protagonizado por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman.
Claro que fuera de estos detalles que los une, la trama es totalmente diferente.
Y por supuesto, después de tantas décadas el estilo de hacer cine ha cambiado mucho y el tratamiento del tema ya es otro.
La clave de toda la película es la incógnita encerrada en el rol de Marianne (Marion Cotillard), quien es protagonista junto a un sobrio Brad Pitt en el papel de Max.
Acá el guion (original) está muy bien construido, de modo que los detalles estén bien cubiertos, y todo se mantenga sin revelar hasta el final. El director Robert Zemeckis demuestra una vez más su talento en películas donde el suspenso es un elemento clave, y su mano en la dirección y aprovechamiento del talento de Cotillard salta a la vista.
Fuera de la relación íntima entre ambos espías, es obvio que la recreación de época ha sido pensada para ser un protagonista más.
Es más, hay momentos donde se ha buscado sencilla y puramente algo poético, como es la escena con la tormenta de arena en el desierto africano.
Hay cosas que nunca cambian en una historia de amor, desde aquel histórico Casablanca de 1942.
Quizá las escenas de acción sean discutibles, aunque ciertamente se pueden entender como condimento que consolida la intimidad entre los espías, o como simple recurso para justificar la virilidad del papel protagonizado por Pitt.
Fuente: ultimahora.com
Eddie Vinueza.