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China ya no crece y cómo afecta a América Latina

«Afrontaremos un entorno más grave y complicado, así como riesgos y desafíos que son mayores. Debemos estar preparados para una dura lucha», dijo este martes el primer ministro Li Keqiang al abrir la sesión anual del Congreso Nacional del Pueblo.

Horas antes, su gobierno había anunciado la reducción de la meta de crecimiento para 2019 de 6,6% a entre 6 y 6,5 por ciento.

Para encontrar una número más bajo hay que remontarse a 1990, cuando el PIB creció sólo 3,9 por ciento, en el marco del cimbronazo que fue el proceso de disolución de la Unión Soviética.

La preocupación es lógica. Tras varios años con tasas de dos dígitos, China crece por debajo de 7% desde 2015. Lejos de ser un accidente, se está convirtiendo en una tendencia.

Según las previsiones del Fondo Monetario Internacional, la desaceleración se va a profundizar: sería 6,2% en 2020; 6% en 2021; 5,8% en 2022 y 5,6% en 2023.

«China crecerá a tasas inferiores en el futuro, algo que no es sorpresivo, considerando que estuvo más de tres décadas en torno al 10% anual.

Los países asiáticos que crecieron con tasas altas en el pasado, como Japón y Corea del Sur, vieron sus índices caer después de 30 años, así que sería algo sin precedentes si China continuara con el nivel anterior«, dijo a Infobae el economista Rhys Jenkins, profesor de la Escuela de Desarrollo Internacional de la Universidad de Anglia del Este, en Norwich, y autor de libro Cómo China está remodelando la economía global: Impactos del desarrollo en África y América Latina.

El gabinete de Xi Jinping anunció una serie de medidas para darle cierto impulso a la economía: recortes de impuestos y de las contribuciones sociales que pagan las empresas por sus empleados, y un aumento del gasto público, que implicará un alza de 0,2% en el déficit presupuestario.

Pueden servir para amortiguar la ralentización, pero nadie espera que sean suficientes para revertirla.

«Ninguna economía puede mantener una tasa de crecimiento superior a 9,5% por siempre.

Cuando el ingreso per cápita de un país se acerca a los 10.000 dólares, el ritmo disminuye.

Ahora la cifra de China es 9.758 dólares, así que la desaceleración es inevitable», explicó Le Xia, economista jefe para Asia de BBVA Research, consultado por Infobae.

Este cambio de época no es meramente un asunto chino. Al ser el país más poblado del planeta y la segunda economía más grande, su expansión arrastró a muchos otros, que se potenciaron satisfaciendo la voraz demanda de la República Popular.

Una región especialmente afectada por el potencial anquilosamiento chino es América Latina. La extraordinaria bonanza que vivió en la primera década del siglo XXI estuvo en buena medida impulsada por las masivas compras de materia prima por parte de Beijing.

El cierre parcial de esa puerta ya se siente desde hace tiempo, y la perspectiva de que no vuelva a abrirse augura un futuro bastante mediocre para países que nunca pudieron romper la dependencia de la venta de commodities.

«El aporte de China a la economía latinoamericana se ha centrado básicamente en la compra de productos agrícolas y mineros, y en la inversión en infraestructura. Por lo tanto, se puede esperar que la desaceleración tenga repercusiones negativas en los precios de estos bienes, afectando el valor de la exportaciones.

También es esperable que caiga la inversión china en la región, especialmente en el sector minero», dijo a Infobae Juan Manuel Gil Barragan, profesor de negocios internacionales en la Universidad EAN de Colombia.

El fin de las «tasas chinas»

Al comienzo del milenio, parecía que China iba a arrasar con todo. Entre 2000 y 2007 el PIB creció a un promedio anual de 10,5%, llegando a un pico de 14,2% en el último año.

El auge se cortó en 2008, con la crisis financiera internacional. No obstante, logró mantenerse cerca de los dos dígitos, y volvió a 10,6% en 2010. Entonces comenzó un lento pero decidido deterioro, que se acentuó a partir de 2015.

«Hay una serie de factores subyacentes de largo plazo detrás de esta reducción del crecimiento —dijo Jenkins—. Por los cambios demográficos, China tiene ahora una población envejecida y la proporción de personas en edad de trabajar está cayendo.

Además, las exportaciones chinas crecieron rápidamente tres su incorporación a la Organización Mundial del Comercio, en 2001, pero ahora, que ya tiene altos niveles de penetración en la mayoría de los mercados, es más difícil crecer tanto».

El impacto para América Latina

«La demanda china fue un impulso fundamental para el crecimiento de la región hasta los años 2011 y 2012.

 Para varios países de América del Sur con los que prácticamente China no tenía relaciones comerciales antes de 2000, pasó a ser el primer o segundo destino de las exportaciones.

Quizás los casos de Brasil, Perú y Uruguay fueron los más impactados, pero también Chile y Argentina.

Es decir que casi de la nada en 2000, se creó el 15 o 20% de las exportaciones de bienes en 2010″, dijo a Infobae Gustavo Bittencourt, investigador del Departamento de Economía de la Universidad de la República, Uruguay.

La correlación entre las tendencias de crecimiento china y latinoamericana son bastante evidentes.

Tras una caída en los primeros años del nuevo milenio, la región experimentó un resurgir, que le permitió promediar una expansión de 5,4% anual entre 2004 y 2007, con algunos países rozando los dos dígitos.

«Pese a la coyuntura actual, China y América Latina continuarán teniendo una relación estratégica —dijo Pérez Restrepo—. Según cifras consolidadas por el International Trade Center, las exportaciones latinoamericanas a China pasaron de 102.100 millones de dólares en 2017 a un estimado de 134.800 millones en 2018.

Lo que hay que tener en cuenta es que el grueso de ese volumen de ventas provino de un puñado de países. Los productos agrícolas, de Brasil, Argentina, Chile, Perú y Uruguay. Las manufacturas, de México y Brasil. El resto de las naciones latinoamericanas experimentaron una baja en sus exportaciones.

«Las demás economías de la región, encabezadas por Colombia, Venezuela y Ecuador, que son básicamente exportadores de commodities energéticos, tienen un desafío grande para lograr el posicionamiento de nuevos productos en este mercado asiático, para no depender tanto de las fluctuaciones de los precios internacionales», concluyó Pérez Restrepo.

La minería, una actividad que creció mucho de la mano de las exportaciones a China (Getty)

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China invirtió mucho en PDVSA, que le paga con petróleo las deudas que contrajo

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Fuente: infobae.com