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Augusto Iglesias: “Ningún sistema de pensiones funciona si la economía no crece”

La seguridad social es un tema que se debate alrededor del planeta. Específicamente, los sistemas de pensiones para jubilados plantean retos ante el mayor envejecimiento de la población.

En el caso ecuatoriano, las autoridades reconocen que los gastos superan a los ingresos y que el desorden administrativo pasa una factura difícil de manejar.

En el seguro de pensiones, que garantiza recursos para los jubilados, hay un déficit mensual de 90 millones de dólares.

El modelo ecuatoriano de seguridad social está en crisis.

Pero, ¿cuál es el mejor modelo de seguridad social? Augusto Iglesias, coordinador de la Reforma de Pensiones del Gobierno de Chile, cuenta la experiencia del país del Cono Sur y las reformas que se están haciendo al sistema de Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), un modelo privado que también ha sido cuestionado. Desde Santiago de Chile, Iglesias conversó con EXPRESO, vía telefónica.

– ¿Por qué hay un debate respecto a los modelos de fondos de pensiones en el mundo?

– No es un debate tan reciente. El debate ha estado motivado, principalmente, por los cambios demográficos, en primer lugar. Esto significa que la proporción de trabajadores pensionados frente a trabajadores activos ha ido aumentando.

Y en segundo lugar las crisis económicas que han debilitado la tasa de creación de empleos y salarios.

Esas dos variables han debilitado con mucha fuerza las bases del sistema de pensiones tradicionales y los países se han visto obligados a buscar otra solución.

– ¿Cuáles son los modelos que más se usan en el mundo?

– En general tú puedes definir los sistemas de pensiones en base a tres variables: cuál es su administración, si es estatal o es privada, si es central o descentralizada.

Otra es la naturaleza de los beneficios y ahí los sistemas van desde beneficios definidos en fórmulas legales, los que se llaman sistemas de beneficios definidos a sistemas de contribuciones definidos.

Lo que queda definido es lo que tú aportas, pero lo que sacas como pensión no queda definido en una norma legal.

Y en tercer lugar si las pensiones se financian con ahorros que se han acumulado o se financian con las mismas aportaciones que se recaudan, lo que se conoce como sistemas de ahorro versus sistemas de reparto.

– De los modelos que menciona, ¿cuál ha resultado mejor?

– En primer lugar, yo creo que no existe un modelo universal que tú puedas aplicar exactamente en todos los países, con independencia de cuáles son las circunstancias de cada país.

Por lo tanto, es difícil responder esa pregunta porque las circunstancias del país son los desafíos que enfrentan los sistemas. Acá, por ejemplo, hay bastante crítica y debate del sistema de pensiones.

Pero el origen de eso no es a la estructura de pensiones, sino a los parámetros del sistema: la edad y las tasas de cotización (aportaciones) no se han ajustado como en 35 años y hoy día eso es insuficiente y no permite pagar las pensiones que la gente quiere.

Tú te vas a otro país y el problema es el financiamiento, porque el Estado ya no tiene cómo financiar.

Dicho eso, hay un ranking elaborado por la empresa Mercer y la Universidad de Melbourne (Australia).

En general, los sistemas que están en los primeros lugares combinan una pensión financiada por el Estado para la gente más pobre, con pensiones financiadas por ahorros de los trabajadores de ingresos medios e ingresos más altos.

– ¿Un modelo mixto es el ideal?

– Uno de los pocos acuerdos que hay hoy en día en materia de pensiones es que un buen sistema de pensiones tiene que combinar un programa de protección a los más pobres con programas que sí paguen una pensión que dependa de lo que la gente cotiza (aporta). La combinación de esos dos elementos da forma a un buen sistema de pensiones.

– ¿Qué ha aprendido Chile por más de 30 años con su modelo de las AFP?

– Hay varias lecciones. Una es la que decía: un modelo de ahorro o AFP no puede dar solución a todos los problemas de pensiones porque falta el quehacer con los trabajadores que no tienen capacidad de ahorro. Otra lección es que no podemos dejar pasar tantos años, en este caso del año 1981, sin hacer ajustes a los parámetros del sistema: tasa de cotización, edad de pensión… Cuando tantas cosas han cambiado desde el 81, como decía al inicio, la gente está viviendo más tiempo.

Las otras lecciones son positivas. Hemos comprobado que un sistema de pensiones que acumula ahorro sirve no solo para financiar pensiones de manera más sostenida en el tiempo, sino para estimular la economía.

El impacto positivo que ha tenido el sistema de pensiones sobre la economía en Chile es muy positiva. Y eso no es trivial. Ningún sistema de pensiones podrá funcionar bien desde una economía que no crezca, que no se desarrolle, que no genere empleo.

Lograr que el sistema de pensiones ayude al desarrollo económico, que no lo perjudique, permite pagar pensiones también.

Y la última lección: se han acumulado una cantidad impresionante de recursos: 200 mil millones de dólares y la calidad de la regulación del sistema ha permitido que los fondos sean muy bien administrados y gestionados.

En estos treinta y tantos años no se conocen ningún solo episodio de mal manejo de fondos o de robo de fondos.

Hay que tener una buena entidad fiscalizadora para que un sistema de pensiones funcione bien.

– ¿Es factible que un país dé un giro de 180 grados a su modelo de pensiones?

– Que se pueden hacer ajustes y ajustes importantes a los modelos de pensiones está demostrado por la experiencia de más de 30 países en los últimos 20 o 25 años han hecho reformas de este tipo. Definitivamente sí se pueden hacer las reformas. Y no solo eso.

En muchos casos las reformas se deben hacer para construir un sistema de pensiones que sea sustentable y que sea además eficiente. ¿Son reformas fáciles? No. Siempre son reformas difíciles.

Son reformas que, en muchos casos, hay que hacer gradualmente, que no se pueden hacer de golpe.

Efectivamente, en muchos casos, las reformas hay que hacerlas con gradualidad. Pero insisto, que se pueden y deben hacer no cabe duda.

– ¿La tendencia general es aumentar las aportaciones para que el sistema de pensiones pueda ser sostenible?

– Uno puede recurrir a subir la tasa de cotización (aporte) cuando tiene niveles relativamente bajos como en Chile.

Si tú estás con niveles de cotización de 18 o 20 % seguir subiendo esa tasa es muy peligroso porque te puede afectar el empleo.

Lo que hay que hacer en esas circunstancias es buscar otras herramientasdistintas al aumento de la tasa para mejorar las pensiones.

Fuente: expreso.ec