Alcalde Nebot presidió el jueves 31 de marzo, bendición y consagración de nuevo Templo que se entregó a la Arquidiócesis de Guayaquil
“Lo mejor para los pobres… Muchas gracias… Que vuestra fe siga siendo el impulso para seguir adelante”, fue la frase que repitió tres veces el arzobispo de Guayaquil, monseñor Luis Gerardo Cabrera, el jueves 31 de marzo, durante la dedicación y consagración del nuevo Templo de la Madre de La Dolorosa que está abierto a los feligreses que habitan en el sector de El Fortín y está ubicado atrás del Mall de El Fortín.
La nueva casa de oración es un aporte del principal del Mall de El Fortín, Carlos García, es decir la empresa privada que con el apoyo del Municipio de Guayaquil, a través de la Fundación “Guayaquil Siglo XXI”, se hizo efectivo y por ello se entregó a la Arquidiócesis de Guayaquil oficialmente con la finalidad de que la Iglesia Católica se haga cargo del edificio de 900 metros cuadrados de construcción que tiene capacidad para 500 devotos cómodamente sentados.
Así, la Arquidiócesis de Guayaquil estuvo a cargo de la unción, dedicación y consagración de la capilla que también abre un nuevo espacio para la fe porque la Madre Dolorosa es desde ahora una nueva parroquia, que funcionará de la mano de La Consolata para atender a los habitantes de la Perimetral hacia el oeste.
Solemnidad en los ritos litúrgicos
El arzobispo de Guayaquil, monseñor Luis Gerardo Cabrera, junto con el alcalde de Guayaquil, Jaime Nebot; el benefactor Carlos García y su esposa, y la vicealcaldesa Doménica Tabacchi, presidieron la ceremonia de bendición y consagración donde con mucha emoción se cumplieron los ritos en un verdadero acto de fe cristiana.
La ceremonia comenzó a la 10h15 cuando el arzobispo Cabrera entró al templo con el crucífero y los presbíteros concelebrantes, los diáconos y ministros, revestidos con sus respectivas vestiduras litúrgicas. Tanto el alcalde Nebot como el benefactor Carlos García entregaron al obispo Cabrera el edificio entregándole las escrituras de posesión, las llaves, los planos de la estructura y el libro que describe los nombres de quienes dirigieron la obra.
Posteriormente, monseñor Cabrera bendijo el agua y la roció a los feligreses en señal de penitencia y en recuerdo del bautismo, y para purificar los muros y el altar de la nueva iglesia. Luego se leyó el credo de oración de letanía de los santos, se colocaron reliquias de las beatas Narcisa de Jesús y Mariana de Jesús debajo del altar en medio de antorchas trasladadas por los presbíteros y se hizo la unción del altar y de los muros de la Iglesia donde se pintaron cruces en las cuatro paredes con las luces encendidas.
Para finalizar se hizo la incensación del altar y de la iglesia; la iluminación del altar y de la iglesia donde se colocaron el mantel, las flores, los candelabros con los cirios y la cruz. Y después, un grupo de feligreses hizo la entrega de las ofrendas de pan y vino. Toda la ceremonia se cumplió con la solemnidad que profesaron los devotos que estaban en el templo y participaron en la eucaristía.
Al finalizar, Carlos García, gestor y mentalizador de la obra, comentó que estudió en el colegio Javier y como jesuita de corazón siempre quiso construir una iglesia y ofrecerla a Dios y a la comunidad y “ahora esta servirá a más de 350.000 almas que espero que tengan la misma bendición que he tenido yo”.
FUENTE: guayaquil.gob.ec